CHUCUITO.- En un día que
debería ser común en la ciudad de Pomata, una alarmante realidad ha hecho eco
entre sus habitantes. Esta mañana, los ciudadanos del Barrio San Martín
despertaron ante una escena angustiante: los postes de alta tensión se
balancean precariamente, como si estuvieran al borde de ceder ante el peso que
los sostiene. La preocupación se respira en el aire, y el clamor de los vecinos
resuena en cada rincón de la comunidad.
La situación es crítica. Los
postes, cuyas estructuras ya evidencian el desgaste del tiempo, han comenzado a
inclinarse de una manera peligrosa, generando un clima de tensión palpable.
Especialmente, los vecinos del Barrio San Martín no pueden dejar de mirar hacia
el cielo, esperando que no sea el día en que estos postes colapsen y caigan,
llevando consigo el peligro inminente y el riesgo de afectar a toda la
población del sector.
Los residentes han decidido no
quedarse de brazos cruzados. En una muestra de comunidad y desesperación, han
realizado un llamado urgente a las autoridades competentes para que actúen con
rapidez y resuelvan esta problemática antes de que se convierta en una
tragedia. “No queremos esperar a que suceda lo peor”, advierte con preocupación,
uno de los líderes comunitarios. “La situación es insostenible, y las vidas de
nuestros niños y familias están en juego”.
Pero eso no es todo, la
peligrosidad se extiende más allá de los postes inestables. Los cables de fibra
óptica, que pasan peligrosamente tendidos sobre el suelo, añaden un riesgo
adicional a la situación. Estos cables, en contacto con el terreno, no solo
generan un obstáculo físico, sino que también representan un riesgo eléctrico.
La falta de mantenimiento y supervisión ha llevado a esta situación alarmante,
que pone en vilo a todos los que transitan la zona: una conexión a Internet no
vale la pena si se juega con la vida.
A solo tres días del inicio de
las labores escolares, la preocupación se intensifica. Los padres de familia
están indignados, pues la accesibilidad al jardín a escasos metros de este
poste caído es prácticamente nula. “¿Cómo se supone que nuestros hijos van a
llegar seguros a clase?”, cuestiona indignada una vecina, madre de dos pequeños
que asisten al jardín. A esa pregunta se suma un eco de voces que resuena en la
comunidad, demandando acciones inmediatas.
La tristeza y la frustración
ante la falta de respuesta han llevado a los vecinos a un punto de no retorno.
A medida que el día avanza, la población hace un llamado a la conciencia
colectiva. “Necesitamos que nos escuchen”, es el mensaje que llevan, esperando
que el estruendo de su voz llegue a los oídos de quienes tienen el poder de
cambiar esta drástica realidad. “La vida de nuestros niños y el bienestar del
barrio están en juego. ¡No más indiferencia!”
A pesar de la creciente
tensión, un rayo de esperanza brilla en la comunidad. La posibilidad de que las
autoridades tomen acción inmediata es algo por lo que cada uno de los vecinos
lucha. “Estamos dispuestos a unir fuerzas y hacer lo necesario para que nuestro
barrio sea seguro y esté bien cuidado”, afirman con determinación.
La historia que se escribe en
Pomata es de urgencia y clamor, un llamado a la acción que no debería quedar en
el olvido. Este gravísimo peligro no solo se reduce a estructuras en mal
estado, sino a la integridad de hombres, mujeres y niños que desafían el riesgo
cada día. Desde Markamasi, instamos a las autoridades responsables a no dejar
esta situación en un segundo plano. La vida en Pomata depende de decisiones
valientes y rápidas.
Los meses de silencio y
desatención por parte de las entidades correspondientes deben llegar a su fin.
En Pomata, cada voz es importante, cada grito de ayuda es válido y cada vecino
que lucha por un cambio es un héroe. La comunidad no se detendrá hasta ver esos
postes enmendados y esos cables peligrosos alejados del suelo, porque en
Pomata, la seguridad y el bienestar son una prioridad que no puede esperar.
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