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Chucuito: Maestro Legendario, ocho décadas de luz y legado en nuestras vidas.

 




Huacullani.- Hoy, con el corazón lleno de emoción y gratitud, nos reunimos para conmemorar un momento excepcional en la historia de nuestra comunidad: celebramos las bodas de roble de un hombre extraordinario, un faro de luz y sabiduría en el vasto horizonte del conocimiento: ¡Hermógenes Almanza Carita! Ocho décadas de vida, llenas de aventuras, sacrificios y un legado que perdurará para siempre en los corazones de los que tuvimos el privilegio de conocerle.

Fue un 10 de diciembre de 1944, cuando el mundo recibió a Hermógenes, hijo del noble Domingo Almanza, con raíces ancestrales del terreno fértil de la cultura apurimeña, un hombre de fe y laboriosidad, y de la fortaleza inquebrantable de doña Basilia Carita.

Hermógenes fue el hermano mayor de una familia que se destacó por su amor y apoyo incondicional: Máximo, Balbina y Leoncio honran su nombre y su memoria con cada paso que dan.

La educación siempre fue la brújula que guió su camino. Culminó sus estudios secundarios en el ilustre Colegio Nacional Chucuito, donde empezó a soñar en grande. La pasión por el saber lo llevó a graduarse como Profesor de Educación Primaria, y más tarde, se convirtió en un destacado docente de Educación Secundaria en la especialidad de Educación Artística en la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle. Cada escalón de su formación fue una manifestación de su dedicación hacia el crecimiento educativo, una pasión encendida que nunca se apagó.

En su viaje, su destino le presentó a Bonifacia Luna, la mujer con la que compartió su vida y su amor. Ella, experta en la gastronomía arequipeña, se convirtió en su compañera de camino, y juntos forjaron una familia llena de valores y sueños: Pepe, Lola, Nancy, Eva y Coco.

Con ellos, Hermógenes vio realizado su sueño de ver a sus hijos convertirse en profesionales que hoy levantan con orgullo el sagrado apellido heredado del padre. Cada uno de ellos no solo lleva su nombre, sino que también carga el legado de un hombre que fue un verdadero maestro en todos los aspectos de la vida.

Hermógenes, no fue simplemente un maestro del aula. Su voz resonó con fuerza en Radio Nacional del Perú, donde se convirtió en un embajador del conocimiento a través de la educación a distancia, llevando luces de sabiduría a los rincones más remotos del país.

Sus exalumnos de las escuelas de Vilquechico, Yunguyo, Yorohoco, Callaza, Cachipucara, Pirapi, Las Cruces, San Martín, Miraflores y Chanu Chanu aún rememoran con nostalgia y cariño sus enseñanzas, las cuales dejaron impronta en sus corazones y mentes.

Su pasión por la educación lo llevó a promover la creación de colegios que hoy, sin duda, deberían llevar su nombre, rindiendo homenaje a su dedicación y amor por la enseñanza. Hombre de principios, Hermógenes prefirió dedicar su vida a honrar a sus maestros, como el inigualable Teodoro Morales Arce, cuyo legado brilla con luz propia en la memoria colectiva de todos los estudiantes de Altura en el mejor sentido de la palabra.

Comprometido y valiente, Hermógenes no se detuvo ante las adversidades. Como ferviente defensor de la educación y la dignidad laboral, se alzó con su voz y su espíritu junto al verdadero SUTEP, marchando incansablemente desde Desaguadero hasta Puno y convirtiendo cada paso en un símbolo de esperanza y justicia. Aún resuenan los ecos de sus marchas, de su compromiso por un sistema educativo más justo, un faro de inspiración para aquellos que luchan por un futuro mejor.

Su corazón también latió con fuerza en su papel como alcalde en Huacullani. Aquí supo sembrar valores y construir una comunidad unida, donde los trabajadores municipales recibían su justa compensación, un acto de justicia que su pueblo aún anhela en tiempos difíciles. Su legado es un recordatorio de la importancia de la equidad y el respeto en el ámbito laboral.

Hermógenes fue un maestro en todos los sentidos: un hombre que viajó a Lima, Trujillo, Cajamarca y a los mágicos baños del Inca, llevando educación, aprendizaje y esperanza a cada rincón. Su habilidad para adaptarse y hacer todo en el marco de la legalidad, en un mundo donde estos principios a menudo parecen desvanecerse, lo convirtieron en un modelo a seguir, un ejemplo viviente de que el conocimiento y la moralidad pueden coexistir en armonía.

Tras su partida, el 23 de agosto de 1999, se apagó la luz de un faro, pero el legado de Hermógenes no se ha desvanecido. Aún en nuestro dolor, encontramos destellos de su generosidad y pasión en cada rincón de su biblioteca, donde descubrimos, con sorpresa, constancias de su formación en la Escuela de Periodismo Jaime Bausate y Meza. Una prueba más de su curiosidad insaciable y de su deseo constante de aprender y crecer.

Hoy, nos unimos y reunimos para honrar su memoria, para celebrar no solo su vida, sino su esencia misma. Hermógenes Almanza Carita no ha desaparecido; sigue vivo en cada uno de nosotros, en cada lección que sembró, en cada corazón que tocó.

Querido maestro, bienquisto Viejito con amor, admiración y respeto, te celebramos en este día especial. ¡Felices 80 años, Hermógenes! Tu luz perdura y siempre te llevaremos en nuestros corazones.

Con Cariño,

Los Almanzinos del Perú.

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